sábado, 19 de abril de 2025

Emil Cioran


Emil Cioran fue un pensador y escritor nacido el 8 de abril de 1911 en Rășinari, Transilvania (entonces Imperio austrohúngaro, hoy Rumanía). Desde joven le obsesionaron las grandes preguntas de la vida. Estudió Filosofía, primero en Bucarest y luego en Berlín. En 1937 se instaló en París, ciudad donde vivió hasta su muerte el 20 de junio de 1995.
Empezó escribiendo en rumano, pero a partir de 1949 lo hizo en francés. Su primer libro en este idioma fue premiado y a partir de ahí publicó obras en las que hablaba, con honestidad y sin adornos, sobre el dolor, la muerte, el vacío o la desesperanza.
Cioran no buscaba convencer ni consolar. Escribía desde la duda, desde el desencanto, desde el derecho a no creer en nada. Cuestionaba religiones, ideologías y cualquier verdad absoluta. Elegía el pensamiento libre, el silencio, incluso el no saber.
Nunca quiso ser ciudadano francés, a pesar de vivir en París durante décadas. Su estilo, duro y sin concesiones, llegó a muchos lectores, porque no escribía para dar respuestas, sino para sacudir las mentes.






No son los males violentos los que nos marcan, sino los males sordos, los insistentes, los tolerables, aquellos qué forman parte de nuestra rutina y nos minan meticulosamente como el tiempo.





sábado, 12 de abril de 2025

Mientras se agota el corazón


Mientras se agota el corazón,
yo sigo aquí,
respirando entre ruinas,
mordiendo palabras
que no quiero tragar.

Hay días en que amar es una guerra,
y ser mujer
y ser voz en mitad del ruido.
Todo pesa.
Todo arde.
Todo sangra.

El mundo cae a trozos
y mientras se agota el corazón,
otros bailan sobre nuestros muertos,
otros firman acuerdos
que nunca nos nombran,
y nosotras…
nosotras seguimos pariendo vida
aunque nos la arranquen de cuajo.

Nos levantamos con las pestañas rotas,
pero seguimos.
Nos quitan casa, nombre, bandera,
pero seguimos.
Nos niegan, nos borran,
nos queman en silencio,
pero seguimos.

No hay tregua en esta piel
que aprendió a resistir
desde que supo amar
como no querían que amara.

Y aunque el pecho se vacíe
como un cántaro seco,
aunque las lágrimas escaseen
como pan en guerra,
aún late.
Aún queda.
Aún resiste.

Mientras se agota el corazón,
yo escribo.
Para no ceder.
Para no olvidar.
Para no rendirme.

Porque a pesar del miedo,
del cansancio,
del mundo que se derrumba,
sigo eligiendo el amor
como mi forma más feroz
de lucha.

SsJ




Nos están matando


Nos están matando
y el mundo cambia de canal.
Como si la sangre tuviera subtítulos,
como si el llanto se pudiera silenciar
con otro clic.

Nos están matando
bajo los escombros del silencio,
con bombas que no discriminan
ni cunas,
ni pechos,
ni nombres.

Nos están matando
y aún así hay quien pregunta
si somos humanos.
Nos diseccionan la dignidad
en debates sin alma,
como si la muerte necesitara contexto.

Nos están matando
y mientras tú decides si compartir o no,
alguien muere con el nombre
que nunca aprenderás a pronunciar.

Gaza no es un titular.
Es una cuna rota.
Un cuaderno calcinado.

Gaza no es un conflicto.
Es una masacre cronometrada,
una limpieza con firma internacional.

Nos enseñaron a llorar por unos
y a justificar la muerte de otros.
Nos dijeron que algunas vidas
valen menos,
duelen menos,
importan menos.


Pero yo no trago
sangre envuelta en diplomacia,
ni paz con condiciones,
ni derechos humanos con asteriscos.

En Gaza no queda refugio.
Ni túnel,
ni escuela,
ni hospital,
ni rincón del alma
que no haya sido bombardeado.

Yo no nací para callar.
Yo no quiero palabras bonitas.
Quiero justicia.
Quiero memoria.
Quiero que el mundo mire de frente
y se avergüence.

Reclamo mi rabia,
mi derecho a gritar,
mi deber de no callarme.

Nos están matando.
Y yo no puedo —no quiero—
mirar hacia otro lado.

SsJ




Volaron las palabras


Se abrió el cielo en mi pecho
como un cuenco sin fondo,
y de allí —sin permiso—
volaron las palabras.

No supe si eran pájaros,
mariposas o cenizas,
solo sé que se fueron
con tu nombre entre las alas.

La noche me hablaba en espejos,
en charcos de luna quebrada,
y tus dedos —aquellos que no olvidé—
me rozaban aún en el humo del sueño.

Mi lengua tejía jardines
en la forma imposible de tu espalda,
pero tú eras viento,
eras agua, eras nadie, eras todas.

Me escondí en las sílabas suaves
de un poema que nunca escribí,
y tú, mi amor de mil vidas,
te deslizabas por entre los versos
como quien no quiere quedarse.

Volaron las palabras.
Se fueron, sí. Pero dejaron migas,
miguitas de beso,
miguitas de rabia,
miguitas de aquella primera vez
que me sentí viva en tu mirada.

En mis sueños habitas
una casa hecha de voz y silencio.
Allí no hay fronteras, ni miedo,
ni nombre que nos quite el amor.

Volaron las palabras.
Y en su vuelo,
me encontré
con tu nombre escrito en mi pecho.

SsJ




miércoles, 19 de marzo de 2025

Olympe de Gouges


Olympe de Gouges, nacida como Marie Gouze el 7 de mayo de 1748 en Montauban, Francia, fue una mujer adelantada a su tiempo, además de ser una de las voces más valientes del feminismo durante la Revolución Francesa. Con tan solo 16 años la casaron con un hombre mayor que ella pero tras quedar viuda decidió buscar su propio camino, trasladándose a París donde adoptó el nombre de Olympe de Gouges, identidad con la que se integró en los círculos intelectuales de la época.
En la capital francesa comenzó a publicar obras de teatro y ensayos en los que denunciaba la esclavitud y defendía la igualdad de derechos. Su postura abolicionista le trajo bastantes problemas pero ello no le impidió continuar expresando sus ideas, uniéndose a movimientos que luchaban contra la injusticia. Al estallar la Revolución Francesa su activismo se intensificó al ver que los derechos proclamados en la "Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano" no incluían a las mujeres y en respuesta, en 1791 escribió su obra más importante y conocida, la "Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana" donde exigía igualdad en lo político, económico y social, así como el derecho al voto, al divorcio, a la educación y a la propiedad.
Sus ideas eran demasiado revolucionarias incluso para muchos de los que integraban el propio movimiento revolucionario, lo que le granjeó bastantes enemigos y aunque inicialmente apoyó la monarquía constitucional, cuando la Revolución se volvió más radical, defendió a los girondinos, lo que la puso en el punto de mira de los jacobinos, liderados por Robespierre, quienes la arrestaron en 1793 siendo condenada a muerte en un juicio sin garantías y guillotinada el 3 de noviembre de ese mismo año.
Tras su muerte, su legado fue silenciado durante más de un siglo pero en el siglo XX su figura resurgió como un símbolo del feminismo y la lucha por la igualdad, recordándonos que los derechos no se nos han concedido gratuitamente a las mujeres, sino que han tenido que ser conquistados día a día a lo largo de la historia. Olympe de Gouges fue asesinada pero su mensaje sigue vivo, inspirando a quienes siguen luchando por la justicia y la igualdad.








Mujer, despierta; el rebato de la razón se hace oír en todo el universo; reconoce tus derechos.





domingo, 16 de marzo de 2025

Victoria Kent


Victoria Kent fue una mujer adelantada a su tiempo que luchó incansablemente por los derechos de las mujeres y por la justicia social en un periodo de profundos cambios en España. Abogada y política, su papel en la Segunda República fue clave en la defensa de las reformas penitenciarias y en la consolidación de los derechos de la mujer, aunque también se vio envuelta en la histórica disputa con Clara Campoamor sobre el sufragio femenino. Su vida estuvo marcada por la convicción de que la educación y la reforma social eran esenciales para construir una sociedad más igualitaria.
Nació en Málaga, aunque la fecha exacta de su nacimiento ha sido objeto de debate ya que en su acta de nacimiento figura el 6 de marzo de 1892, aunque ella misma modificó este dato en diferentes documentos. Fue criada en una familia con valores liberales y tuvo el privilegio de recibir una educación formal. Sus padres le permitieron estudiar Magisterio en Málaga y en 1917 se trasladó a Madrid para continuar su formación en el Instituto Cardenal Cisneros y en la Universidad Central de Madrid, donde estudió Derecho.
En un mundo dominado por hombres, fue la primera mujer en colegiarse como abogada en el Colegio de Abogados de Madrid en 1925 y la primera en ejercer como abogada ante un tribunal militar en 1931. Estas logros no fueron fáciles ya que vivía en una época de gran resistencia a la presencia femenina en la vida pública, pero su talento y determinación la hicieron destacar rápidamente.
Se afilió al Partido Republicano Radical Socialista y en 1931 fue elegida diputada por la conjunción republicano-socialista. Fue una de las tres mujeres que ocuparon un escaño en las Cortes de la Segunda República, junto a Clara Campoamor y Margarita Nelken.
Desde su escaño, trabajó activamente por la reforma penitenciaria, convencida de que las cárceles debían ser espacios de reinserción y no de castigo. En abril de 1931, el Gobierno provisional de la República la nombró directora general de Prisiones, un cargo desde el que impulsó numerosas reformas con el objetivo de humanizar el sistema penitenciario español. Entre sus medidas más destacadas se encuentran la mejora de la alimentación de los presos, la ampliación de permisos por razones familiares, la eliminación de los grilletes y la creación de un cuerpo femenino de funcionarias de prisiones. También impulsó la construcción de la Cárcel de Mujeres de Ventas en Madrid, concebida sin celdas de castigo y con una perspectiva de rehabilitación.
Sin embargo su labor al frente de la Dirección General de Prisiones no estuvo exenta de críticas. La derecha y parte de la prensa la atacaron por las reformas que implementó, especialmente tras varias fugas de presos en diferentes cárceles del país. Estos ataques terminaron por obligarla a dimitir en 1932.


Uno de los episodios más polémicos de su carrera fue su oposición al sufragio femenino en las Cortes de 1931. A pesar de ser feminista y defensora de los derechos de las mujeres, Kent consideraba que la mayoría de las españolas de la época no estaban suficientemente preparadas para votar de manera independiente ya que estaban fuertemente influenciadas por la Iglesia y sectores conservadores y temía que el voto femenino beneficiara a la derecha y perjudicara a la República.
Este momento le llevó a chocar frontalmente con Clara Campoamor, quien defendió el derecho al voto sin condiciones. Finalmente, Campoamor logró su objetivo y en las elecciones de 1933 las mujeres pudieron votar por primera vez en España.
El enfrentamiento con Campoamor afectó a la popularidad de Kent y en 1933 no logró ser reelegida como diputada, sin embargo, en 1936 volvió al Congreso con el Frente Popular, representando a Jaén dentro de Izquierda Republicana, pero a pesar de ello, nunca cambió su postura respecto al voto femenino y siguió defendiendo su postura hasta los años 80.
La Guerra Civil española marcó un punto de inflexión en su vida. Como muchas otras figuras republicanas, Victoria Kent tuvo que exiliarse. Pasó por Francia, donde colaboró en la protección de exiliados españoles, pero tras la ocupación nazi tuvo que huir nuevamente. Vivió un tiempo en México y finalmente se estableció en Nueva York, donde permaneció hasta su muerte el 25 de septiembre de 1987.
Durante su exilio, siguió trabajando por la causa republicana y por la defensa de los derechos humanos. Fundó y dirigió la revista "Ibérica", una publicación en la que abordaba la situación de España y denunciaba la dictadura franquista. Su compromiso con la justicia y la democracia nunca decayó, aunque su vida quedó marcada por el dolor del destierro y la imposibilidad de regresar a su país.
Victoria Kent fue una mujer valiente, inteligente y comprometida con su tiempo. Su trayectoria como abogada, política y activista la convierte en una de las figuras clave del feminismo y del progresismo en España. Aunque su postura sobre el sufragio femenino generó controversia, su contribución a la mejora de las condiciones de vida de las mujeres y de los sectores más desfavorecidos es innegable.
En un mundo en el que las mujeres tenían un papel secundario, ella logró hacerse un hueco en la política y en la justicia. Su lucha por la dignidad de los presos, su trabajo incansable en la Segunda República y su defensa de los derechos humanos durante el exilio la convierten en una figura fundamental de la historia de España.






Lo humano, que es tan grande como el universo y tan pequeño como sus componentes


sábado, 15 de marzo de 2025

William Somerset Maugham


William Somerset Maugham fue un escritor y dramaturgo británico que nació el 25 de enero de 1874 en París y falleció el 16 de diciembre de 1965 en Niza, Francia. Es conocido por sus novelas, cuentos y obras de teatro.
Antes de dedicarse a la literatura, trabajó como médico y durante la Primera Guerra Mundial colaboró con los servicios de inteligencia británicos. Viajó por muchos países y esas experiencias se vieron reflejadas en sus historias.
Fue uno de los autores más leídos de su tiempo, siendo considerado el escritor más popular y mejor pagado del mundo y en hoy en día su obra sigue siendo valorada por su forma de narrar con sencillez pero con gran observación del carácter humano.







A veces, el viaje más largo es la distancia entre dos personas.