Las Sinsombrero fueron mujeres brillantes de la Generación del 27 que, a pesar de su talento, quedaron silenciadas por la historia. Ellas, con valentía, se quitaron el "sombrero" de la tradición y lucharon por la igualdad, la cultura y su propia voz. Una de esas pioneras fue Isabel Oyarzábal Smith también conocida como Isabel de Palencia, escritora, diplomática y feminista que marcó el camino a seguir para muchas generaciones.
Nacida en Málaga el 12 de junio de 1878, Isabel creció en una familia burguesa donde las normas sociales oprimían a las mujeres. Hija de Juan Oyarzábal Bucelli y Ana Smith-Guthrie, su entorno acomodado le permitió acceder a una formación intelectual sólida, sin embargo, desde joven mostró un carácter rebelde ya que mientras otras niñas seguían las tradiciones, Isabel rechazaba los corsés y desafiaba las normas establecidas.
Gracias a su dominio del inglés, poco común en la España de la época, trabajó como profesora en Sussex, Inglaterra, y como corresponsal de prensa para diarios británicos como The Standard. También fundó en 1907, junto a su hermana Ana y su amiga Raimunda Avecilla, la primera revista femenina española: La dama y la vida Ilustrada. A partir de entonces, inició una fructífera carrera periodística, colaborando con medios como Blanco y Negro, El Sol y Nuevo Mundo, donde defendía los derechos de las mujeres y denunciaba las injusticias sociales.
En 1905, tras la muerte de su padre, Isabel se trasladó a Madrid para seguir una carrera como actriz teatral. Bajo el nombre de Isabel Aranguren, trabajó en la compañía de María Tubau y Ceferino Palencia, donde conoció a su futuro esposo, Ceferino Palencia Álvarez-Tubau. El matrimonio tuvo dos hijos, Ceferino y María Isabel, y vivieron en países como Suecia, Finlandia y Estados Unidos.
Como escritora, Isabel también tuvo un papel destacado. Fue crítica teatral para El Sol y estrenó su obra Diálogo con el dolor en 1926. Además, tradujo importantes obras literarias al castellano, como Silas Marner de George Eliot, y escribió numerosos artículos y ensayos que reflejaban su compromiso con los derechos de las mujeres y las mejoras sociales abordando tema como el papel de la mujer en la sociedad, la reivindicación de sus derechos (particularmente el derecho al sufragio) o el estado de la sanidad y la educación en España. Habitualmente, firmaba con los pseudónimos de Beatriz Galindo, Isabel de Palencia o Isabel O. de Palencia.
Defensora incansable de los derechos de las mujeres
Isabel Oyarzábal fue una pionera del feminismo en España. Participó activamente en organizaciones como la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME), el Consejo Supremo Feminista y la Liga Femenina Española por la Paz y la Libertad. Junto a Julia Peguero y Benita Asas Manterola, reclamó el derecho al sufragio femenino en 1923, mucho antes de que este fuera reconocido.
En 1931, tras el inicio de la Segunda República, Isabel fue nombrada la primera mujer inspectora de trabajo en España, siendo un hito histórico. Participó como delegada en la Organización Internacional del Trabajo y en congresos internacionales donde abogó por la igualdad y los derechos laborales.
Embajadora y voz de la República
Durante la Guerra Civil Española, Isabel se convirtió en la primera embajadora de España, representando al país en Suecia y Finlandia entre 1936 y 1939. En un contexto de guerras y tensiones políticas, recorrió Estados Unidos y Canadá para buscar apoyos para la República y denunciar el avance del fascismo en Europa. En Nueva York, logró reunir a 25.000 personas en el Madison Square Garden, un logro impresionante para la época.
Al finalizar la Guerra Civil en 1939, Isabel se exilió junto a su familia a México, donde continuó escribiendo y participando en actividades culturales y feministas.
En 1940, publicó en inglés su autobiografía Hambre de libertad, un testimonio imprescindible que recoge su vida, sus luchas y su visión del exilio. La obra no fue publicada en español hasta 2011, pero su legado ha sobrevivido al tiempo. Falleció el 28 de mayo de 1974 en Ciudad de México.
La figura de Isabel, como parte de las Sinsombrero es crucial para comprender la lucha feminista y cultural en la España de la época. A través de su trabajo periodístico, literario y diplomático, desafió las normas de su tiempo, y su vida representa un claro ejemplo de cómo las mujeres podemos y debemos ocupar espacios de poder y liderazgo.
Isabel Oyarzábal no solo fue pionera en el campo de los derechos de las mujeres, sino que su valentía y dedicación a la igualdad de género, la libertad y la justicia social la convirtieron en un referente indispensable. Es destacable cómo, a pesar de las adversidades a las que se enfrentó durante su vida, especialmente en el contexto de la Guerra Civil Española y el exilio, logró dejar un legado tan valioso.
El hecho de que haya sido la primera mujer inspectora de trabajo en España y su implicación en la Organización Internacional del Trabajo son logros históricos que a menudo son pasados por alto, lo que hace aún más importante rescatar su figura para las generaciones actuales. Su figura debería ser más reconocida y estudiada, especialmente como un modelo de empoderamiento y lucha por la igualdad en todos los ámbitos de la sociedad.
Hoy en día Isabel es un referente para quienes creemos en la igualdad y en el poder de la palabra. Una pionera que demostró que las mujeres podíamos ocupar espacios reservados a los hombres y que, con esfuerzo y pasión, podíamos y podemos cambiar la historia.