Sofía deAlma es una escritora y maestra de Educación Infantil que nació en 1977 en Laviana (Asturias) y que escribe también bajo otros seudónimos, como es el caso de Teresa Ortiz-Tagle.
La infancia no es solo una etapa de nuestra existencia, sino también una estación del alma a cuya puerta podemos llamar sino terminamos de romper el cordón umbilical con el niño que fuimos.
Porque las guerras no son para los niños. Porque las bombas no son para aquellos que aún están alimentando su imaginación. Porque un niño no debería ver cadáveres flotando en las aguas, ni cuerpos mutilados en el patio de su colegio.
Los niños son lienzos en blanco, aprendices del amor y de la vida. Pero si la vida se torna inhóspita y violenta, el niño se transforma, el reino de la inocencia se trunca y ya no regresa jamás. El resto de su existencia, el niño vaga incompleto, el adulto camina incompleto, y nunca puede recomponerse del todo.
Las guerras no son para los niños. Los niños tienen que jugar, soñar y experimentar. Necesitan estar seguros y saber que, tras sus incursiones imaginarias, el mundo real los devolverá a la normalidad, a un lugar donde alimentar nuevos sueños. Las guerras no son para nadie pero aún menos para los niños, que se están formando y están aprendiendo a amar, y no deben aprender demasiado pronto a odiar.
El fascismo pone como excusa la lucha obrera o la revolución soviética para destruir las libertades. Si se les deja meter un pie en las instituciones, no lo sacarán jamás, porque no tienen raíces democráticas, son dictaduras que se sirven de la democracia para alcanzar el poder y colocar un caudillo al frente de la nación.
Los sueños es lo primero que desaparece
cuando hay ruido de sables.
A veces, la existencia se hace tan abrumadora
que el tictac del reloj es un mantra doloroso.
Cuando llegué a la séptima década de mi vida todo se desaceleró, las cosas volvieron a la quietud de antaño y la poesía anidó en cada uno de los silencios y las pausas de la existencia.