En la España de los años 30 un grupo de mujeres inconformistas irrumpió en la escena cultural con un espíritu rebelde y el deseo de romper con las normas establecidas. Ellas eran Las Sinsombrero, un colectivo de artistas e intelectuales que desafiaron los convencionalismos sociales y abogaron por la libertad de expresión, la igualdad de género y la búsqueda de la realización personal
Una de estas figuras destacadas fue Rosa Clotilde Chacel Arimón, nacida el 3 de junio de 1898 en Valladolid dentro de una familia liberal, donde pudo crecer en un ambiente que le permitió desarrollar una personalidad independiente con una amplia cultura literaria (era sobrina nieta del poeta y dramaturgo español José Zorrilla), y una autonomía de pensamiento poco frecuentes en una niña que fue educada sin asistir al colegio a lo largo de su niñez a causa de su delicada salud, recibiendo la educación directamente de su madre que era maestra y le dio la formación elemental en su propia casa
En 1908 la familia se trasladó a Madrid y se fueron a vivir cerca de su abuela materna en el madrileño barrio de las Maravillas.
Fue matriculada en la Escuela de Artes y Oficios y de allí pasó a la Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer, pasando en 1915 a matricularse en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, con la finalidad de estudiar escultura. En esta modalidad, concurrió en 1917 a la Exposición Nacional de Bellas Artes con dos obras, y de los 68 participantes, solamente participaron en escultura dos mujeres: Chacel y la danesa Eva Vázquez.
Al año siguiente abandonó la escultura y fue en esa época cuando conoció a su marido, el pintor español Timoteo Pérez Rubio y a una de las grandes figuras intelectuales de aquella época: el poeta y novelista español Ramón María del Valle-Inclán.
Desde su ingreso en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando empezó a frecuentar las tertulias del café Granja el Henar y el Ateneo de Madrid, donde dio su primera conferencia, y fue en esa época cuando comenzó a colaborar con la revista vanguardista Ultra y a trabar amistad con personajes como José Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno, Ramón Gómez de la Serna o Juan Ramón Jiménez, entre otros.
Se casó en 1921 con Timoteo Pérez Rubio, con quien tuvo a su único hijo, Carlos, y entre 1922 y 1927 viajó por Europa junto a su marido, regresando a Madrid donde se instalaron, comenzando a colaborar con la Revista de Occidente y en la Gaceta Literaria.
En 1930 publicó su primera novela y tres años más tarde se trasladó temporalmente a Berlín, tratando de salir de la crisis creativa provocada por la muerte de su madre.
Al estallar la Guerra Civil española, Rosa Chacel se quedó en Madrid, colaborando con publicaciones de izquierda y suscribió manifiestos y convocatorias que se llevaron a cabo durante el primer año de la guerra, al tiempo que realizaba trabajos como enfermera. Por su parte, su marido fue uno de los responsables de que se evacuaran los cuadros del Museo del Prado durante la Guerra Civil, que en un primer momento se trasladaron de Madrid a Valencia, luego a Cataluña, de allí a Francia y posteriormente a Suiza.
Rosa y su hijo se trasladaron durante esa época a Barcelona, Valencia y finalmente en 1937 a París, permaneciendo durante una breve etapa en Grecia y no pudiendo reunirse con su marido hasta 1939, cuando logran reunirse en el exilio, en Brasil, con un pequeño paréntesis realizado en Buenos Aires.
En Brasil continuó con su actividad literaria: tertulias, colaboraciones en prensa escrita, traducciones del francés y el inglés, y aunque no dejó en ningún momento de escribir, la situación económica de la familia llegó a ser comprometida.
En 1959 consiguió una beca de creación, otorgada por la Fundación Guggenheim, que la llevó a residir durante dos años en Nueva York, trabando en esa época una estrecha amistad con la abogada y política republicana española Victoria Kent. Al finalizar la beca volvió a España permaneciendo hasta mayo de 1963 y regresando nuevamente a Brasil y ya no fue hasta 1973 que regresó a vivir a España tras conseguir una beca de creación de la Fundación Juan March, instalándose definitivamente en Madrid en 1977, fecha en la que murió su marido, alternando su residencia entre Río de Janeiro y la capital española.
Rosa Chacel con su marido Timoteo Pérez Rubio y su hijo Carlos - Fuente Diario de Pontevedra |
Con la llegada de la democracia se produjeron cambios en las esferas literarias y culturales de España y esto produjo un redescubrimiento de Rosa Chacel, empezando a valorarse su obra, proceso que coincidió con una etapa de gran producción por parte de la autora, que publicó y reeditó muchas de sus obras.
En la década de los 80, comenzó de nuevo una dura etapa en la que Rosa volvió a estar preocupada por su economía, lo que le llevó a escribir los guiones para RTVE de una serie basada en su obra Teresa, aunque la serie, se quedó sin filmar pese a estar aprobada.
Murió el 27 de julio de 1994 a los 96 años de edad en el hospital Ramón y Cajal de Madrid debido a una insuficiencia cardiorespiratoria y está enterrada en el Panteón de Personas Ilustres del Cementerio el Carmen de Valladolid.
Rosa Chacel con Miguel Delibes y Rafael Alberti en San Lorenzo del Escorial - Fuente La Vanguardia |
A lo largo de su vida destacó por su estilo literario y por su profundo compromiso con la exploración de la psicología humana y las complejidades del ser, reflejándose en su obra literaria.
Además de su carrera como escritora, Rosa Chacel también incursionó en la crítica literaria y el ensayo, dejando una marca imborrable en el panorama intelectual español del siglo XX, recibiendo a lo largo de su vida, numerosos reconocimientos por su contribución a la literatura y la cultura españolas, incluida el Premio Nacional de las Letras en 1987.
El legado de Rosa Chacel vive a través de sus palabras y su espíritu indomable y su vida y obra continua inspirando a las mujeres y a todas las personas que luchan por la igualdad y la libertad creativa en todas sus formas.
Aunque no tuvo una vida política activa, su vida y obra estuvieron marcadas por sus inclinaciones ideológicas y su compromiso con el feminismo, creando personajes femeninos complejos y multifacéticos que desafiaban los estereotipos de género y se enfrentaban a las restricciones impuestas por parte de la sociedad.
En un mundo que a menudo intenta silenciar las voces disidentes, Rosa Chacel sigue siendo un faro de luz y esperanza para todas las generaciones venideras, siendo un referente para las mujeres que buscan romper con las barreras y luchar por sus sueños.
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