Hay nombres que la historia ha intentado arrinconar, mujeres incómodas para los discursos dominantes y Clara Zetkin, maestra, periodista y política alemana, es una de ellas.
Nació en Wiederau, Sajonia, el 5 de julio de 1857, en una familia sencilla y progresista. Su madre, una maestra influenciada por las ideas liberales, fue probablemente la primera en despertar su conciencia crítica y Clara entendió desde joven que ser mujer significaba vivir en una desigualdad estructural y en un contexto en el que a las mujeres se les prohibía militar políticamente, Clara desafió la norma con determinación. Fue perseguida, vigilada, obligada al exilio, pero nunca se calló. Desde sus primeros escritos hasta sus últimos discursos, defendió siempre que la lucha por los derechos de las mujeres debía estar en el centro de cualquier proyecto transformador.
Se unió al Partido Socialdemócrata de Alemania en 1878 y debido a las leyes antisocialistas de la época, tuvo que exiliarse en Suiza y Francia y durante su estancia en París, estableció vínculos con figuras destacadas del socialismo europeo, como Louise Michel y las hijas de Karl Marx. A su regreso a Alemania en 1891 asumió la dirección del periódico "Die Gleichheit" ("La Igualdad"), órgano del movimiento femenino del Partido Socialdemócrata, que editó hasta 1917 y bajo su liderazgo, la publicación se convirtió en una herramienta fundamental para la concienciación y organización de las mujeres trabajadoras. En sus páginas defendió el derecho al voto, al trabajo digno, a la educación, a la maternidad protegida y a la libertad de pensamiento, hablando de los derechos de las mujeres no como una concesión, sino como una deuda histórica.
Uno de sus mayores legados fue impulsar en 1910, durante la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague, la propuesta de establecer un Día Internacional de la Mujer. La fecha elegida fue el 8 de marzo, en conmemoración de las trabajadoras textiles que se habían manifestado años antes en Estados Unidos. La propuesta fue aprobada por unanimidad y el primer Día Internacional de la Mujer se celebró el 19 de marzo de 1911 en varios países europeos.
Su activismo feminista fue inseparable de su compromiso con la clase trabajadora... sabía que las mujeres, por el hecho de serlo, sufrían una opresión específica, y que su emancipación no vendría de la mano de otros, sino de su propia organización y conciencia. Exigía espacios propios para las mujeres dentro de los movimientos sociales, y criticaba abiertamente el machismo de sus compañeros de militancia. No dudó en señalar que una revolución que no incluyera a las mujeres no era una verdadera revolución.
Durante la Primera Guerra Mundial, se opuso firmemente al conflicto, organizando en 1915 una conferencia internacional de mujeres socialistas contra la guerra en Berna y fue arrestada varias veces por sus actividades pacifistas. En 1919, participó en la fundación del Partido Comunista de Alemania (KPD) y fue elegida diputada en el Reichstag, cargo que ocupó hasta 1933.
En 1919, con la creación de la República de Weimar, Clara Zetkin fue elegida diputada. Desde el Parlamento alemán denunció el fascismo que ya asomaba su rostro y defendió con firmeza el derecho al aborto, la protección de las madres, la educación para todas y la necesidad de políticas públicas con perspectiva de género.
En agosto de 1932, como diputada de mayor edad, presidió la sesión inaugural del Reichstag y pronunció un discurso enérgico contra el ascenso del nazismo. Tras la llegada de Hitler al poder en 1933, se exilió en la Unión Soviética, donde falleció el 20 de junio de ese mismo año, siendo enterrada en la Necrópolis de la Muralla del Kremlin en Moscú.
Clara Zetkin será siempre recordada como una pionera del feminismo y una incansable defensora de los derechos de las mujeres trabajadoras y hoy, cuando tantas conquistas parecen tambalearse, su voz resuena con más fuerza que nunca.
Todas las mujeres, sea cual sea su posición, deberían exigir igualdad como medio para alcanzar una vida más libre.