Vicente Pío Marcelino Cirilo Aleixandre y Merlo fue un poeta español de la llamada Generación del 27, que nació en Sevilla el 26 de abril de 1898 y falleció el 14 de diciembre de 1984 en Madrid.
Ganador del Premio Nobel de Literatura en 1977, es una figura importantísima de la poesía española del siglo XX.
Ganador del Premio Nobel de Literatura en 1977, es una figura importantísima de la poesía española del siglo XX.
Creció en Málaga, en un entorno familiar enriquecido por la cultura, donde su sensibilidad hacia la naturaleza floreció desde joven. La literatura lo atrajo como un imán, y aunque estudió Derecho y Comercio en Madrid, su corazón siempre latió por la poesía. Fue en la capital donde se unió a sus contemporáneos, jóvenes poetas que, como él, buscaban renovar la lírica española y romper con las cadenas de lo tradicional.
En 1925, un diagnóstico de tuberculosis lo llevó a un retiro forzado, convirtiendo su enfermedad en un crisol de creación. Durante esos momentos de convalecencia, su obra adquirió una nueva dimensión, impregnándose de una fragilidad y una melancolía que revelaban la esencia efímera de la vida y el sufrimiento humano.
A lo largo de los años, su poesía evolucionó desde formas más tradicionales hasta un estilo personal y experimental, donde el surrealismo y la introspección danzaban en armonía. A pesar de las sombras que arrojó la guerra civil y la opresión franquista, Aleixandre persistió en su misión de escribir, consolidándose como un pilar indiscutible de su generación.
Su legado literario perdura, un testimonio de su compromiso con la solidaridad y la justicia, capaz de capturar la complejidad de la experiencia humana. Vicente Aleixandre no es solo un poeta, sino un espejo que refleja la realidad y la transforma en arte. Su vida y su obra nos invitan a sentir el poder de la poesía, un faro que guía en tiempos oscuros. Para quienes buscan entender la profundidad de la existencia, las palabras de Aleixandre ofrecen un viaje inolvidable a través de las emociones y los pensamientos, un canto eterno a la humanidad.
La poesía tiene que ser humana.
Si no es humana, no es poesía.
Se querían de día, playa que va creciendo,
ondas que por los pies acarician los muslos,
cuerpos que se levantan de la tierra y flotando...
Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.
Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,
mar altísimo y joven, intimidad extensa,
soledad de lo vivo, horizontes remotos
ligados como cuerpos en soledad cantando.
Amando. Se querían como la luna lúcida,
como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,
donde los peces rojos van y vienen sin música.
Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música, labio, silencio, vegetal,
mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.
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