Un lugar donde encontrar pensamientos heredados de escritores, poetas, filósofos y viajeros de todo el mundo, frases susurradas al oído, poemas que te atrapan el alma y emociones que se escapan del corazón
domingo, 29 de noviembre de 2015
sábado, 28 de noviembre de 2015
Juan Gómez-Jurado
Juan Gómez-Jurado es un escritor y periodista español que nació en Madrid el 17 de diciembre de 1977. Comenzó su carrera en periodismo tras estudiar Ciencias de la Información en la Universidad San Pablo CEU. Trabajó en medios como Radio España, ABC y El Mundo, además de colaborar con revistas como Qué Leer y Jot Down.
Desde 2006, año en el que publicó su primera novela, se ha especializado en thrillers logrando gran éxito entre lectores de todo el mundo. Además, participa en podcasts como Todopoderosos y Aquí hay dragones, donde combina humor y cultura.
La voz se le llenó de cristales rotos.
viernes, 27 de noviembre de 2015
Nicolas Barreau
Las personas a las que se quiere
siempre mueren demasiado pronto...
siempre mueren demasiado pronto...
independientemente de la edad que tengan.
domingo, 22 de noviembre de 2015
Alain
Alain, pseudónimo de Émile-Auguste Chartier, fue un filósofo, periodista y profesor francés que nació en Montagne-au-Perche el 3 de marzo de 1868 y falleció en Le Vésinet el 2 de junio de 1951.

Se dice que las nuevas generaciones
serán difíciles de gobernar.
serán difíciles de gobernar.
Así lo espero.
José Saramago
José de Sousa Saramago fue un escritor, poeta y periodista portugués que nació en Azinhaga (Portugal) el 16 de noviembre de 1922 y falleció en Tías (Lanzarote) el 18 de junio del 2010.
En 1998 recibió el Premio Nobel de Literatura.
Sólo si nos detenemos
a pensar en las pequeñas cosas
llegaremos a comprender las grandes.
...no hay duda de que las grandes lecciones
nos llegan siempre de la gente sencilla.
En 1998 recibió el Premio Nobel de Literatura.
Sólo si nos detenemos
a pensar en las pequeñas cosas
llegaremos a comprender las grandes.

...no hay duda de que las grandes lecciones
nos llegan siempre de la gente sencilla.

Hay que recuperar, mantener y transmitir
la memoria histórica,
porque se empieza por el olvido
y se termina en la indiferencia.

Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar
por los poderes que nos gobiernan,
y no hacemos nada por contrarrestarlos,
se puede decir que nos merecemos lo que tenemos.

Todo cielo tiene su lucifer
y todo paraíso su tentación.

¿Y si las historias para niños
fueran de lectura obligatoria para los adultos?
¿Seriamos realmente capaces de aprender lo que,
desde hace tanto tiempo venimos enseñando?

Como cualquier otro lector, o escritor,
me busco a mi mismo.
Busco encontrarme en páginas, en ideas, en reflexiones,
reconocer que somos algo más
que esto que se presenta como "realidad".

Si hay que buscar el sentido de la música,
de la filosofía, de una rosa,
es que no estamos entendiendo nada.
de la filosofía, de una rosa,
es que no estamos entendiendo nada.

Se llega a un punto
en que no hay nada más que la esperanza,
y entonces descubrimos que aún lo tenemos todo.

Poema sobre la vejez
¿Qué cuántos años tengo? - ¡Qué importa eso!
¡Tengo la edad que quiero y siento!
La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.
Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso o lo desconocido...
Pues tengo la experiencia de los años vividos
y la fuerza de la convicción de mis deseos.
¡Qué importa cuántos años tengo!
¡No quiero pensar en ello!
Pues unos dicen que ya soy viejo,
y otros "que estoy en el apogeo".
Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice,
sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso,
para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos,
rectificar caminos y atesorar éxitos.
Ahora no tienen por qué decir: ¡Estás muy joven, no lo lograrás!...
¡Estás muy viejo, ya no podrás!...
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma,
pero con el interés de seguir creciendo.
Tengo los años en que los sueños,
se empiezan a acariciar con los dedos,
las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor,
a veces es una loca llamarada,
ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada,
y otras... es un remanso de paz, como el atardecer en la playa...
¿Qué cuántos años tengo?
No necesito marcarlos con un número,
pues mis anhelos alcanzados,
mis triunfos obtenidos,
las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones truncadas...
¡Valen mucho más que eso!
¡Qué importa si cumplo cincuenta, sesenta o más!
Pues lo que importa: ¡es la edad que siento!
Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.
Para seguir sin temor por el sendero,
pues llevo conmigo la experiencia adquirida
y la fuerza de mis anhelos.
¿Qué cuántos años tengo?
¡Eso!... ¿A quién le importa?
Tengo los años necesarios para perder ya el miedo
y hacer lo que quiero y siento!!
Qué importa cuántos años tengo,
o cuántos espero, si con los años que tengo,
¡¡aprendí a querer lo necesario y a tomar, sólo lo bueno!!

El mundo se está convirtiendo en una caverna igual que la de Platón: todos mirando imágenes y creyendo que son la realidad.

Porque la vida se ríe de las previsiones, pone palabras donde imaginamos silencios y súbitos regresos cuando pensamos que nunca volveríamos a encontrarnos.

Si la preocupación está en tener, tener, tener,
cada vez se preocupará uno menos por ser, ser y ser.

Si no somos capaces de vivir enteramente como personas, hagamos lo posible para no vivir enteramente como animales

Espero morir como he vivido, respetándome a mí mismo como condición para respetar a los demás y sin perder la idea de que el mundo debe ser otro y no esta cosa infame.

¿Qué cuántos años tengo? - ¡Qué importa eso!
¡Tengo la edad que quiero y siento!
La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.
Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso o lo desconocido...
Pues tengo la experiencia de los años vividos
y la fuerza de la convicción de mis deseos.
¡Qué importa cuántos años tengo!
¡No quiero pensar en ello!
Pues unos dicen que ya soy viejo,
y otros "que estoy en el apogeo".
Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice,
sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso,
para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos,
rectificar caminos y atesorar éxitos.
Ahora no tienen por qué decir: ¡Estás muy joven, no lo lograrás!...
¡Estás muy viejo, ya no podrás!...
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma,
pero con el interés de seguir creciendo.
Tengo los años en que los sueños,
se empiezan a acariciar con los dedos,
las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor,
a veces es una loca llamarada,
ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada,
y otras... es un remanso de paz, como el atardecer en la playa...
¿Qué cuántos años tengo?
No necesito marcarlos con un número,
pues mis anhelos alcanzados,
mis triunfos obtenidos,
las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones truncadas...
¡Valen mucho más que eso!
¡Qué importa si cumplo cincuenta, sesenta o más!
Pues lo que importa: ¡es la edad que siento!
Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.
Para seguir sin temor por el sendero,
pues llevo conmigo la experiencia adquirida
y la fuerza de mis anhelos.
¿Qué cuántos años tengo?
¡Eso!... ¿A quién le importa?
Tengo los años necesarios para perder ya el miedo
y hacer lo que quiero y siento!!
Qué importa cuántos años tengo,
o cuántos espero, si con los años que tengo,
¡¡aprendí a querer lo necesario y a tomar, sólo lo bueno!!
El mundo se está convirtiendo en una caverna igual que la de Platón: todos mirando imágenes y creyendo que son la realidad.
Porque la vida se ríe de las previsiones, pone palabras donde imaginamos silencios y súbitos regresos cuando pensamos que nunca volveríamos a encontrarnos.
Si la preocupación está en tener, tener, tener,
cada vez se preocupará uno menos por ser, ser y ser.
Si no somos capaces de vivir enteramente como personas, hagamos lo posible para no vivir enteramente como animales
"Ensayo sobre la ceguera"
Espero morir como he vivido, respetándome a mí mismo como condición para respetar a los demás y sin perder la idea de que el mundo debe ser otro y no esta cosa infame.
Nada es para siempre, decimos, pero hay momentos que parecen quedar suspendidos sobre el fluir inexorable del tiempo.
Las tres enfermedades del hombre actual son la incomunicación, la revolución tecnológica y su vida centrada en su triunfo personal.
Lo que hace falta es una insurrección ética. No una insurrección de las armas, sino ética, que ponga bien en claro que esto no puede seguir. No se puede vivir como estamos viviendo, condenando tres cuartas partes de la humanidad a la miseria, el hambre, la enfermedad, con un desprecio total por la dignidad humana.
La esperanza, sólo la esperanza, nada más, se llega a un punto en que no hay nada más que la esperanza, y entonces descubrimos que aún lo tenemos todo.
No hacemos más en la vida que ir buscando el lugar donde quedarnos para siempre.
A mí no me gusta hablar de felicidad, sino de armonía: vivir en armonía con nuestra propia conciencia, con nuestro entorno, con la persona que se quiere, con los amigos. La armonía es compatible con la indignación y la lucha; la felicidad no, la felicidad es egoísta... Y vivir en armonía no significa que no tengas conflictos sino que puedas convivir con ellos con serenidad.
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