jueves, 9 de marzo de 2017

Carlos Ruiz Zafón

Carlos Ruiz Zafón es un escritor español que nació el 25 de septiembre de 1964 en Barcelona y fallece el 19 de junio de 2020 en Los Ángeles (California, Estados Unidos) dejando un legado literario que sigue inspirando a lectores y escritores en todo el mundo.
Desde muy joven mostró una gran pasión por la lectura y la escritura y aunque estudió Ciencias de la Información, su verdadera vocación fue la literatura.
En 1993 se mudó a Los Ángeles donde combinó su trabajo como guionista de cine con su carrera como novelista. Ruiz Zafón es uno de los escritores españoles más leídos a nivel internacional, conocido por crear atmósferas mágicas y misteriosas en sus novelas, principalmente ambientadas en Barcelona.








Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma.
El alma de quien lo escribió,
y el alma de quienes lo leyeron
y vivieron y soñaron con el.



Los recuerdos que uno entierra en el silencio
son los que nunca dejan de perseguirle.




Cualquiera que aspire a conservar su sano juicio necesita de un lugar en el mundo en el que pueda y desee perderse. Ese lugar, el último refugio, es un pequeño anexo del alma al que, cuando el mundo naufraga en su absurda comedia, uno siempre puede correr a encerrase y extraviar la llave.




Un sol de terciopelo
pintaba las calles de inocencia.




La mayoría de los mortales nunca llegamos a conocer nuestro verdadero destino; simplemente somos atropellados por el. Para cuando levantamos la cabeza y lo vemos alejarse por la carretera ya es tarde, y el resto del camino lo tenemos que hacer por la cuneta de aquello que los soñadores llaman la madurez. La esperanza no es más que la fe de que ese momento no haya llegado todavía, de que acertemos a ver nuestro verdadero destino cuando se acerque y podamos saltar a bordo antes de que la oportunidad de ser nosotros mismos se desvanezca para siempre y nos condene a vivir de vacío añorando lo que debió ser y nunca fue.




Nada sorprende y asusta más
que lo que uno ya sabe.




Si los libros hablasen no habría tanto sordo por ahí. Lo que tiene que hacer usted... es empezar a evitar que los demás le escriban el diálogo... y hágase usted mismo el libreto, que la vida está llena de estraperlistas ávidos de rellenarle al respetable los sesos con las bobadas que les convienen para seguir manteniéndose subidos al burro y con la zanahoria en ristre.




Uno no se da cuenta del vacío en el que ha dejado pasar el tiempo hasta que vive de verdad. A veces la vida, no los días quemados, es sólo un instante, un día, una semana o un mes. Uno sabe que está vivo porque duele, porque de repente todo importa y porque cuando ese breve momento se acaba, el resto de su existencia se transforma en un recuerdo al que intenta regresar en vano mientras le queda aliento en el cuerpo.




Una historia no tiene principio ni fin,
tan sólo puertas de entrada.





Una historia es un laberinto infinito de palabras, imágenes y espíritus conjurados para desvelarnos la verdad invisible sobre nosotros mismos. Una historia es, en definitiva, una conversación entre quien la narra y quien la escucha, y un narrador sólo puede contar hasta donde le llega el oficio y un lector solo puede leer hasta donde lleva escrito en el alma.




Aunque yo me había aprendido su piel de memoria,
todavía no acertaba a leer sus silencios.




Casi nunca habla del pasado, aunque a menudo la sorprendo varada en uno de sus silencios, a solas consigo misma.



Y cuando sonríe incluso me parece
que este cochino mundo tiene algo de futuro.




Al leer ponemos la mente y el alma,
y esos son bienes cada día más escasos.



La envidia es la religión de los mediocres. Los reconforta, responde a las inquietudes que los roen por dentro y, en último término, les pudre el alma y les permite justificar su mezquindad y su codicia hasta creer que son virtudes y que las puertas del cielo sólo se abrirán para los infelices como ellos, que pasan por la vida sin dejar más huella que sus trapaceros intentos de hacer de menos a los demás y de excluir, y a ser posible destruir, a quienes, por el mero hecho de existir y de ser quienes son, ponen en evidencia su pobreza de espíritu, mente y redaños.




¿Sabe lo mejor de los corazones rotos?
Que sólo pueden romperse de verdad una vez.
Lo demás son rasguños.



Las gentes con el alma pequeña siempre tratan de empequeñecer a los demás.






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