Las Sinsombrero es el nombre con el que se conoce a un grupo de mujeres artistas, escritoras e intelectuales de la Generación del 27 que desafiaron las normas sociales y culturales de su tiempo, no solo en su obra, sino también en su forma de vivir y expresar sus ideas. Estas mujeres compartían un deseo común de romper con las convenciones de género que limitaban su desarrollo profesional e intelectual.
Aunque María de Maeztu no fue una Sinsombrero en el sentido estricto, debido a que su papel estuvo más centrado en la pedagogía y la reforma educativa que en la creación artística, su influencia en el pensamiento feminista y en la apertura de espacios para mujeres fue determinante para que estas creadoras pudieran florecer.
María de Maeztu y Whitney fue una destacada pedagoga y feminista española que nació el 18 de julio de 1881 en Vitoria (Álava), y que es conocida por su labor en la defensa de la educación femenina y por su papel crucial en la vida intelectual y cultural de España durante la primera mitad del siglo XX, siendo una de las figuras más influyentes de su época.
María de Maeztu creció en un ambiente cultural enriquecido. Hermana del escritor Ramiro de Maeztu y del pintor Gustavo de Maeztu, desde muy joven se interesó por la educación y el progreso social. Se formó como maestra y pronto comenzó a destacar como una de las voces más activas en la reforma educativa en España.
Obtuvo su título en la Escuela Normal de Magisterio y colaboró en la academia de su madre hasta que en 1902 comenzó a trabajar como maestra en una escuela pública de Santander, pero a finales de ese mismo año, solicitó el traslado a Bilbao debido al delicado estado de salud de su madre. Su nuevo destino fue una escuela ubicada en la calle de Las Cortes, una zona de clase trabajadora con una creciente presencia de prostitución.
En esa escuela, María introdujo innovadores métodos pedagógicos que fomentaban el aprendizaje activo y el contacto directo con el entorno, evitando la memorización mecánica. También promovió la cercanía con las familias de los estudiantes y reemplazó las medidas disciplinarias tradicionales por enfoques más flexibles de convivencia. Entre sus innovaciones se incluyeron clases al aire libre, la creación de colonias escolares, y la transformación física y estética del centro, en línea con los principios de la Institución Libre de Enseñanza.
María trabajaba con alrededor de trescientos niños y niñas provenientes de familias marginales, con el apoyo de dos maestras mayores que ella. Su hermano Gustavo decoró las paredes de la escuela con dibujos, y el poeta Ramón de Basterra contribuyó con poemas. Inicialmente, la escuela estaba instalada en las ruinas de un antiguo teatro, pero en 1903 se trasladó a un edificio nuevo. De su salario como maestra, María apartaba una cantidad cada mes para comprar telas con las que hacía blusas y delantales, además de jabón, que regalaba a los niños cuyos padres no podían permitirse mantener una higiene adecuada.
A pesar de haber recibido una oferta para dirigir las escuelas de Berástegui, decidió rechazarla para no dejar a sus alumnos. Paralelamente, María continuó con su formación académica y en 1907 obtuvo el bachillerato en el Instituto de Vitoria, matriculándose dos años después como alumna no oficial en la Universidad de Salamanca, completando sus estudios en Madrid, donde se licenció en 1915 en Filosofía y Letras.
La Residencia Internacional de Señoritas, creada en Madrid por la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas fue confiada a María de Maeztu para su organización y dirección, desempeñando este cargo desde 1915 hasta 1936, convirtiéndose en el proyecto más importante de su vida. La residencia, institución educativa pionera, ofrecía a las mujeres la oportunidad de acceder a una formación universitaria en un entorno seguro e intelectual, tuvo un éxito inmediato, compartiendo su objetivo en fomentar la educación femenina con el Instituto Internacional de Estados Unidos, dirigido por Susan Huntington, gracias a la cual, maeztu realizó varios viajes a Estados Unidos, logrando establecer el primer programa de estudios en el extranjero para mujeres. Este proyecto era una especie de versión femenina de la famosa Residencia de Estudiantes que acogía a intelectuales como Federico García Lorca, Salvador Dalí y Luis Buñuel.
En 1923, estas colaboraciones se formalizaron bajo un acuerdo bilateral que incluyó cuatro tipos de iniciativas: el intercambio de estudiantes, lectorados en el extranjero, becas de investigación y el intercambio de material bibliográfico y de laboratorio. La residencia estaba abierta a cualquier joven mayor de diecisiete años que estuviera estudiando en Madrid o preparándose para ingresar a las facultades universitarias, La Escuela Superior de Magisterio, la Escuela Normal o que estuviera ampliando su formación científica de manera privada. También se admitían estudiantes extranjeras y externas, y además de alojamiento, se ofrecían clases y cursos complementarios como los de Pedagogía y Filosofía, impartidos por la propia Maeztu.
La residencia se convirtió en un punto de encuentro, donde se compartían conferencias y cursos, principalmente dirigidos a mujeres y que alcanzaron gran notoriedad en el Madrid de los años veinte y la Segunda República. Entre algunas de las mujeres más destacadas que pasaron por allí se encuentran la poeta Concha Méndez, las abogadas Victoria Kent y Matilde Huici, la diputada republicana Francisca Bohigas y la artista Maruja Mallo entre muchas otras.
Una de las visitas más relevantes fue la de la escritora Gabriela Mistral, que se alojó en la residencia en 1924, y desde entonces, ambas mantuvieron una amistad, aunque con algunos altibajos, que perduró hasta la muerte de Maeztu. La residencia también acogió a figuras tan influyentes como Marie Curie, Victoria Ocampo y Maria Montessori, quien ofreció conferencias sobre su método educativo.
En 1921, junto a Clara Campoamor, María de Maeztu fundó la Asociación Española de Mujeres Universitarias, donde Maeztu fue vicepresidenta y Campoamor actuó como secretaria.
En 1926, María de Maeztu fue cofundadora y primera presidenta del Lyceum Club Femenino, inspirado en los clubes femeninos ya existentes en Europa, convirtiéndose en un espacio donde mujeres de diferentes campos intelectuales podían debatir, intercambiar ideas y seguir ampliando los horizontes del feminismo. Este club se convirtió en un importante foro de encuentro para muchas de las integrantes de las Sinsombrero, fortaleciendo aún más la red de mujeres intelectuales que desafiaban las convenciones y no querían limitarse únicamente a las tareas del hogar.
El club comenzó con ciento cincuenta socias de diversas corrientes y contaba con varias secciones, siguiendo el modelo internacional: Literatura, Ciencias, Artes Plásticas e Industriales, Música, Asuntos Sociales e Internacional. Maeztu se encargaba de organizar cursos, conferencias, conciertos y exposiciones, con la participación de destacados intelectuales, científicos y artistas, tanto nacionales como extranjeros. Además Maeztu también representó a España en el extranjero en foros educativos y culturales, siendo una de las primeras mujeres en defender la participación activa de las mujeres en la política.
Durante la dictadura de Primo de Rivera, María de Maeztu, con el apoyo de su hermano Ramiro, aceptó ser miembro de la Asamblea Nacional junto a otras doce mujeres, formando parte de la sección dedicada a la educación.
En 1930 fue nombrada vocal del Consejo de Instrucción Pública y en 1934 pasó a formar parte del Consejo Nacional de Cultura.
Cuando estalló la guerra en 1936, el fusilamiento de su hermano Ramiro, un intelectual de la Generación del 98 que había pasado de un liberalismo radical a una ideología nacionalista de derechas, fue un golpe devastador para María de Maeztu. Presentó su dimisión ese mismo año, de la Residencia de Señoritas y abandonó España. Tras pasar un tiempo en Estados Unidos, se estableció en Buenos Aires, donde se le otorgó la Cátedra de Historia de la Educación en la universidad local, cargo que mantuvo hasta su fallecimiento.
Durante su exilio, recibió el apoyo de sus amigas Gabriela Mistral, quien le ofreció su casa en Lisboa, y Victoria Ocampo, quien la invitó a asistir a un congreso de Historia en Buenos Aires en 1937, donde impartió un ciclo de conferencias. Esto la motivó a establecerse indefinidamente en la capital argentina, rechazando una oferta para ocupar la cátedra de Literatura Española en Barnard College, de la Universidad de Columbia en Estados Unidos.
En Buenos Aires, María se dedicó a impartir conferencias, cursos, y a escribir artículos y libros. Intentó crear una nueva residencia similar a la de Madrid, pero no consiguió el presupuesto necesario. En enero de 1947, regresó brevemente a España tras la muerte de su hermano Gustavo, y pronunció un discurso en la inauguración de la Cátedra Ramiro de Maeztu en la Universidad Central de Madrid. Al regresar a Buenos Aires, falleció al año siguiente, el 7 de enero de 1948, siendo su cuerpo repatriado a España y enterrado con grandes honores en el mausoleo familiar en Estella (Navarra).
A lo largo de su vida, María de Maeztu demostró una profunda convicción feminista. Para ella, la emancipación de las mujeres no pasaba solo por la lucha de derechos políticos, sino también por el acceso al conocimiento y a la educación. Creía firmemente que solo a través de una educación igualitaria se podría construir una educación más justa, en la que hombres y mujeres tuvieran las mismas oportunidades de desarrollo personal y profesional.
Su trabajo, tanto en España como en el extranjero, fue fundamental para establecer las bases de lo que hoy consideramos los derechos de las mujeres a la educación y a una participación plena en la vida pública.
María de Maeztu fue una mujer adelantada a su tiempo, su papel en la educación de las mujeres españolas y su compromiso con el feminismo fueron determinantes para abrir puertas que habían estado cerradas durante siglos. Su relación con las Sinsombrero es simbólica, ya que aunque no formó parte del grupo de artistas y escritoras que rompieron con los moldes patriarcales desde la creación artística, fue una de las principales responsables de que esas mujeres tuvieran el espacio y las herramientas necesarias para hacerlo.
El legado de María de Maeztu sigue siendo un referente en el ámbito educativo y feminista, y su influencia continua marcando la historia de la igualdad de género en España.
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