domingo, 7 de julio de 2013

Carmen Jodra

Carmen Jodra Davó fue una poetisa española que dejó una profunda huella en el panorama literario, a pesar de su corta vida. Su voz poética es intensa, a veces desgarradora, y está cargada de un simbolismo oscuro que explora los rincones más profundos del alma humana. Licenciada en Filología Clásica por la Universidad Autónoma de Madrid, nació en Madrid el 27 de agosto de 1980 y falleció el 25 de julio de 2019.
Su poesía es como una danza entre lo erudito y lo visceral. Jodra no temía sumergirse en temas como la muerte, el deseo, la identidad y el dolor, enfrentándose a ellos con una madurez poética que evoca una belleza trágica. Sus versos a menudo revelan una lucha interna, una confrontación con los límites del ser, abordando temas como la incomodidad existencial, el paso del tiempo y el desencanto de la vida actual. En su obra, se percibe una sensibilidad muy particular hacia el sufrimiento, pero siempre con una claridad estilística impecable.
Debutó en el mundo literario cuando tenía solamente 19 años, recibiendo el Premio Hiperión de Poesía. Su poesía bebe de la tradición clásica, pero al mismo tiempo la subvierte, creando algo nuevo, lleno de contradicciones y de una intensidad emocional que no deja indiferente.
Desgraciadamente se fue demasiado pronto, con tan solo 39 años, dejando un legado literario que resuena con un eco profundo en las personas que nos hemos dejado atrapar por la cadencia de sus palabras. Su obra es un recordatorio de la fragilidad humana y la potencia de la expresión poética como medio para dar voz a las inquietudes más intrínsecas del ser.








La farandolina en la lejantaña de la montanía

El horimento bajo el firmazonte
Vicente HUIDROBO


¡Democrad! ¡Libertacia! ¡Puebla el vivo!
¡No dictaremos más admitidores!
Pro lometemos, samas y deñores,
nuestro satierno va a gobisfacerles.

Firmaremos la gaz, no habrá más perra,
zaperán juntos el queón y el lordero,
y quieto promerer y promero,
vamos a felicirles muy hacerles.

(Y el horizonte bajo el firmazonte,
o el firmazonte bajo el horimento
-ye ca no sé-, brillaba, grona y aro).

-Que se me raiga un cayo si les miento:
fumos soertes, y, mo lás importante,
iblasamos hiempre claro!




¿Cómo pude dudar? ¿Cómo he podido
vivir sin vida todos estos años?
Por evitarme daños, tuve daños,
y huyendo penas, penas me han venido.



Fatiga

Hay demasiadas cosas
de las que preocuparse,
siempre distintas, siempre imprescindibles,
y nunca se termina,
y apenas se respira... Y además
está el muchacho que jamás nos mira,
la chica que no sabe que la amamos
y Platón predicando represiones...
Y a esto le llaman vida...






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