Eileen Chang fue una de las escritoras más importantes de la literatura china del siglo XX. Nació en 1920 en Shanghái, en el seno de una familia marcada por el choque entre tradición y modernidad. Su infancia estuvo atravesada por tensiones familiares, con un padre adicto al opio, una madre ausente y un ambiente opresivo que la llevó desde muy joven a refugiarse en la lectura y la escritura.
En los años 40, en plena ocupación japonesa, empezó a publicar relatos que pronto la hicieron famosa por su mirada lúcida y melancólica sobre la vida cotidiana, sobre todo la de las mujeres atrapadas entre el deseo de libertad y las imposiciones sociales.
Después de la guerra y los cambios políticos en China se trasladó primero a Hong Kong y más tarde a Estados Unidos, donde vivió el resto de su vida en un exilio silencioso, alejada de los focos pero sin dejar de escribir. Fue una mujer marcada por la soledad, las pasiones intensas y la nostalgia y su obra refleja la fragilidad de los vínculos humanos y la imposibilidad de vivir un amor pleno en tiempos convulsos.
Falleció el 8 de septiembre de 1995 en Westwood (Estados Unidos) y hoy es considerada una autora de culto, traducida a muchos idiomas y admirada tanto en China como en Occidente por la belleza de su prosa y su capacidad para retratar la complejidad del alma femenina.
Entre la memoria y la realidad hay discrepancias incómodas.
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