David Hume fue un filósofo, historiador y ensayista escocés que nació en Edimburgo el 26 de abril de 1711, siendo reconocido como una de las figuras clave de la Ilustración escocesa y del pensamiento moderno occidental. Su obra transformó la manera de entender el conocimiento, la moral y la religión, abriendo el camino a la filosofía contemporánea.
Desde joven mostró una profunda inclinación por las letras y la reflexión y aunque su familia quiso que estudiara Derecho, él se dedicó a investigar el espíritu humano.
Hume defendió un pensamiento profundamente empirista y escéptico... sostenía que nuestras creencias en la causalidad, la identidad personal o el futuro no son racionales, sino fruto del hábito y la costumbre. Negó la posibilidad de deducir normas morales a partir de hechos y afirmó que la razón debía ser “esclava de las pasiones”, pues son los sentimientos los que realmente guían la conducta humana. En religión fue también un escéptico, rechazando los milagros y los argumentos racionales sobre la existencia de Dios y defendiendo una visión naturalista del ser humano.
Aunque sus ideas le impidieron acceder a cátedras universitarias por considerársele ateo, alcanzó fama como ensayista e historiador con su monumental Historia de Inglaterra, publicada entre 1754 y 1762. En vida fue admirado en Europa, especialmente en París, donde trató con Voltaire y Rousseau, aunque con este último terminó enemistado.
Murió en Edimburgo el 25 de agosto de 1776, sereno y lúcido hasta el final, acompañado por su amigo Adam Smith. Hume dejó una obra que influyó decisivamente en Kant, el positivismo, el utilitarismo y la filosofía moderna en general y su pensamiento sigue recordando que la razón humana es limitada, que el conocimiento nace de la experiencia y que la moral surge, ante todo, del sentimiento.
La belleza de las cosas existe en el espíritu de quien las contempla.



