domingo, 29 de enero de 2017

José Agustín Goytisolo

José Agustín Goytisolo Gay fue un escritor español que nació el 13 de abril de 1928 en Barcelona y falleció el 19 de marzo de 1999.







Palabras para Julia

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
Tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.

Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.


Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tu verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname no sé decirte
nada más pero tu comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.



El revuelo de sus cabellos

Porque fue triste cuando joven
siempre pensó que alguna vez
iba a sentir la suavidad
de una mirada de unos labios
sobre su piel desheredada.
Pero los días ensuciaron
sus esperanzas sus zapatos
con el polvo del abandono
que hallaba en todos los caminos.
Hoy la anarquía de las sábanas
y el revuelo de sus cabellos
la devuelven a la alegría
de una infancia entre los olores
de un jardín que nunca olvidó
desde el que oía oscuros trenes
que escapaban hacia la noche.
Y ahora descubre que ese roce
de unos labios sobre sus labios
es la enmienda que le atribuye
algún dios o tal vez la suerte
por tantos años desabridos
sin escuchar aquellos trenes
ni ser feliz entre la sombra.




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