Susan Brownell Anthony es una de las figuras más reconocidas en la lucha por los derechos de las mujeres, especialmente por su incansable trabajo en la obtención del sufragio femenino en los Estados Unidos. A lo largo de su vida, Anthony fue defensora de la igualdad de derechos, no solo para las mujeres, sino también para las personas esclavizadas y oprimidas y su legado sigue siendo una fuente de inspiración para activistas de los derechos civiles y feministas de todo el mundo.
Nació en una época en que las mujeres tenían pocas libertades y carecían de voz en los asuntos públicos, y en esa época, Anthony desafió las normas sociales, religiosas y políticas, dedicando más de cinco décadas de su vida a luchar por los derechos de las mujeres. Aunque murió 14 años antes de que las mujeres lograran finalmente el derecho al voto en 1920, su impacto en el movimiento sufragista y en la sociedad estadounidense es incalculable.
Susan Brownell Anthony nació el 15 de febrero de 1820 en Adams (Massachusetts, Estados Unidos) y fue la segunda de ocho hijos de una familia cuáquera, lo que influyó profundamente en su desarrollo moral y filosófico. Los cuáqueros, conocidos en su creencia en la igualdad de las almas y su activismo social, proporcionaron a Anthony una base sólida para su lucha por la igualdad, y a diferencia de muchas mujeres de su tiempo, Anthony recibió una buena educación, ya que su padre creía en la importancia de la educación en las mujeres y dirigía una escuela en su hogar, donde Susan fue una de sus alumnas más brillantes.
Su familia estaba muy involucrada en la lucha por la abolición de la esclavitud y esto obtuvo un gran impacto en su formación ideológica. Este entorno fomentó su conciencia sobre las injusticias sociales y pronto comenzó a ver paralelismos entre la lucha por los derechos de los esclavos y la lucha por los derechos de las mujeres.
Antes de dedicar su vida al movimiento sufragista, Susan B. Anthony estuvo involucrada en otros movimientos sociales de gran relevancia en el siglo XIX. Fue maestra durante 15 años, lo que le permitió observar de cerca las desigualdades de género en la educación y en el mundo laboral, y a pesar de ser una educadora capacitada y con gran experiencia, Anthony ganaba mucho menos que sus colegas hombres, hecho que solo aumentó su sentido de injusticia.
En la década de 1840, se unió al movimiento por la templanza, que abogaba por la restricción y prohibición del consumo de alcohol y como parte de este movimiento se dio cuenta de que aunque las mujeres eran activas en las campañas de templanza, se les negaba el derecho a hablar en público o a participar en las decisiones importantes. Esto encendió en Anthony un deseo aún mayor de luchar por los derechos de las mujeres, pues comprendió que sin igualdad política, las mujeres no podrían cambiar su situación.
Durante este tiempo también se involucró en el movimiento abolicionista, luchando para poner fin a la esclavitud y fue durante estas actividades donde conoció a varias de las figuras más influyentes de la época como Elizabeth Cady Stanton, destacada líder del movimiento de los derechos de las mujeres. Este encuentro sería decisivo para su futura carrera ya que marcaría el comienzo de una colaboración de por vida que revolucionaría el movimiento sufragista en los Estados Unidos. Mientras que Stanton redactaba los discursos y articulaba las teorías detrás de los derechos de las mujeres, Anthony recorría el país incansablemente, organizando conferencias y promoviendo el mensaje del sufragio femenino. Su asociación también se extendió a otros temas relacionados con los derechos de las mujeres, incluida la reforma legal para mejorar la situación de las mujeres casadas, que en esa época eran consideradas propiedad de sus maridos.
Anthony y Stanton crearon juntas la American Equal Rights Association en 1866, que buscaba la igualdad de derechos para todos los ciudadanos, independientemente de su raza o género. Esta asociación fue una plataforma crucial para abogar por el sufragio femenino y los derechos civiles, especialmente en el contexto de la posguerra civil estadounidense.
En la segunda mitad del siglo XIX, el movimiento sufragista en los Estados Unidos estaba en pleno apogeo y Susan B. Anthony estaba en su epicentro. En 1869, cuando se ratificó la 15ª Enmienda que otorgaba el derecho al voto a los hombre afroamericanos, Anthony y Stanton sintieron que el sufragio femenino se estaba dejando de lado, ya que la enmienda, que prohibía la negación del derecho al voto basado en la raza, no incluía ninguna provisión sobre el género, lo que frustró profundamente a las sufragistas.
Este evento llevó a una división dentro del movimiento sufragista y en 1869, Anthony y Stanton fundaron la National Woman Suffrage Association (NWSA), con el objetivo explicito de luchar por una enmienda constitucional que garantizara el derecho al voto a las mujeres. Mientras tanto, se creaba por parte del otro grupo la American Woman Suffrage Association (AWSA) que se centraba en la lucha por el sufragio femenino pero a nivel estatal.
La división entre ambos grupos duraría hasta 1890 cuando se fusionaron para formar la National American Woman Suffrage Association (NAWSA) y Anthony fue una de las figuras principales de esta organización unificada y continuó abogando por el sufragio femenino tanto a nivel estatal como nacional.
Uno de los episodios más importantes en la vida de Susan B. Anthony ocurrió en 1872, cuando desafió abiertamente la ley y fue a votar en las elecciones presidenciales de Rochester, Nueva York. Anthony argumentaba que la 14ª Enmienda garantizaba la igualdad de protección bajo la ley e incluía implícitamente el derecho de las mujeres a votar, aunque las autoridades no compartían su interpretación.
Anthony fue arrestada y juzgada por votar ilegalmente y durante el juicio se le negó el derecho a testificar en su defensa, y el juez, de manera arbitraria, instruyó al jurado a declarar un veredicto de culpabilidad. Fue multada con 100$, una suma considerable para la época, que se negó a pagar y aunque no fue encarcelada, su arresto atrajo una gran atención pública y se convirtió en un símbolo de la injusticia a la que se enfrentaban las mujeres al ser excluidas de la participación política.
Este acto de desobediencia civil fue una declaración audaz de la firme convicción de Anthony en la justicia del sufragio femenino. También puso en relieve las tensiones políticas y legales en torno al movimiento sufragista, mostrando cuán dispuesto estaban los gobiernos a mantener a las mujeres fuera de las urnas.
A lo largo de las décadas de 1870 y 1880, Susan B. Anthony viajó por los Estados Unidos promoviendo la causa del sufragio femenino. En ocasiones dio hasta 75 o 100 discursos al año enfrentándose a un sinfín de obstáculos: desde las burlas públicas hasta la oposición política, y en muchos casos, la apatía general hacia los derechos de las mujeres, teniendo que lidiar con la indiferencia y la resistencia de una sociedad que consideraba el papel de las mujeres como relegado al hogar y la familia.
Anthony y la National American Woman Suffrage Association (NAWSA), continuaron impulsando la campaña para lograr la inclusión del voto femenino en la Constitución, presentando peticiones al Congreso y organizando audiencias públicas, aunque la respuesta del gobierno fue siempre evasiva o directamente negativa, en particular, la postura de muchos líderes políticos que consideraban que el sufragio femenino no era una prioridad o incluso una cuestión irrelevante en ese momento.
A pesar de estos obstáculos, el movimiento comenzó a ganar terreno a nivel estatal, y el tema del sufragio femenino fue cada vez más difícil de ignorar para la nación. Anthony fue fundamental en la estrategia de expandir la campaña entre diferentes estados, creyendo que si suficientes estados permitían a las mujeres votar, eventualmente el gobierno federal se vería obligado a actuar.
Wyoming fue el primer territorio en otorgar a las mujeres el derecho al voto en 1869 y más tarde, en 1890, cuando se convirtió en un estado, mantuvo este derecho.
Este logro sirvió como ejemplo para otros estados y en los siguientes años, varias regiones del oeste, comenzaron a seguir el mismo camino. Estos éxitos fueron resultado directo del trabajo incansable de Anthony y sus compañeras sufragistas, quienes vieron en el oeste un terreno fértil para la reforma, debido a la relativa falta de tradición arraigada que existía en comparación con los estados más antiguos y conservadores del este.
Este progreso fue clave para mantener la moral del movimiento alta, pero también sirvió para mostrar que la participación de las mujeres en la política no causaba el caos que muchos críticos predecían, y en lugar de ello, las mujeres votantes demostraron ser competentes y comprometidas con las causas cívicas.
A medida que el movimiento sufragista ganaba fuerza, Anthony y otras líderes del movimiento dirigieron su atención a la creación de una enmienda constitucional que garantizara el derecho al voto para las mujeres en todo el país, ya que solo una enmienda federal podría garantizar la igualdad de derechos para todas las mujeres, sin importar en qué estado vivieran.
En 1878, se presentó por primera vez en el Congreso de los Estados Unidos la propuesta de una enmienda que garantizara el derecho al voto de las mujeres. Aunque durante años, la propuesta fue ignorada o rechazada por el Congreso, Anthony pasó la mayor parte de su vida luchando para que los legisladores consideraran seriamente la cuestión del sufragio femenino.
A pesar de la falta de progreso inmediato, Anthony nunca dejó de presionar por la enmienda y utilizó su influencia en la NAWSA y sus conexiones políticas para mantener viva la lucha, y en este esfuerzo, fue ayudada por una generación más joven de sufragistas que comenzaron a asumir roles de liderazgo en la organización.
Con el tiempo, Susan B. Anthony comenzó a ceder más responsabilidades dentro del movimiento sufragista a mujeres más jóvenes como Carrie Chapman Catt, quien eventualmente tomaría el liderazgo de la NAWSA. A pesar de su edad avanzada, Anthony siguió siendo una presencia importante dentro del movimiento, y continuó hablando en eventos y trabajando tras las bambalinas para asegurar el éxito del sufragio femenino.
En 1900, a la edad de 80 años, Anthony se retiró oficialmente como presidenta de la NAWSA pero permaneció activa en la organización. Durante sus últimos años, escribió extensamente sobre sus experiencias en el movimiento y ayudó a consolidar la historia del sufragio femenino para las futuras generaciones y fue durante este tiempo que el respeto por su trabajo comenzó a crecer más allá de los círculos del activismo y Anthony fue reconocida como una figura pública de gran importancia.
En 1905, Anthony se reunión con el presidente Theodore Roosevelt en un último intento de obtener apoyo para una enmienda constitucional que garantizara el derecho al voto de las mujeres, y aunque no pudo ver el éxito de su lucha en vida, este encuentro fue testimonio de su determinación, lucha y de cómo el sufragio femenino se había convertido en una cuestión nacional.
Susan B. Anthony falleció el 13 de marzo de 1906, a la edad de 86 años, sin haber visto la culminación de su trabajo. No vivió para ver la ratificación de la 19ª Enmienda en 1920, que garantizó el derecho al voto para las mujeres en los Estados Unidos, sin embargo, su legado estaba asegurado y las mujeres continuaron su lucha.
En reconocimiento a su contribución, en 1979, Susan B. Anthony se convirtió en la primera mujer en aparecer en una moneda estadounidense, siendo esta una de las muchas formas en que su legado ha sido conmemorado en las décadas posteriores a su muerte.
Su nombre se asocia inseparablemente con la lucha por la igualdad de derechos, no solo para las mujeres, sino para todos los ciudadanos, ya que Anthony no solo luchó por el voto femenino, sino que también fue una defensora de la igualdad salarial, los derechos de las mujeres en el matrimonio y la propiedad y la abolición de la esclavitud. Su vida es un ejemplo de resistencia, determinación y la convicción de que la justicia debe ser accesible para todos, sin importar su género, raza o estatus social.
Su vida y su trabajo sentaron las bases del feminismo actual, especialmente en la lucha por la igualdad política y económica. El movimiento por el derecho de las mujeres ha evolucionado enormemente desde los tiempos de Anthony, pero muchos de los temas que defendió siguen siendo relevantes hoy en día.
La lucha por la igualdad salarial, el acceso a oportunidades laborales, la igualdad en la representación política y la defensa de los derechos reproductivos, son solo algunos de los temas que hemos heredado las feministas de mujeres como Anthony. Su visión de un mundo en el que las mujeres tengan control sobre sus propios destinos y participen plenamente en la sociedad sigue siendo un objetivo central del feminismo.
Desde el movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos hasta los movimientos de los derechos de las mujeres en todo el mundo, la vida de Anthony es un ejemplo de que el progreso social suele requerir bastante a menudo, resistencia, lucha y sacrificio.
Susan B. Anthony fue una figura transformadora en la historia de los Estados Unidos y su vida estuvo dedicada a luchar por la igualdad de derechos para las mujeres y su impacto en el sufragio femenino es incuestionable. Aunque no vivió para ver la victoria final de su causa, Anthony es recordada como una pionera que abrió el camino para que millones de mujeres tuviéramos la oportunidad de participar en la vida política y social de su país.
La igualdad política, económica y social sigue siendo un objetivo en constante evolución, y las generaciones futuras, seguirán inspirándose en el trabajo y la vida de las mujeres como Susan B. Anthony para continuar esa lucha.
Ninguna mujer que se respete debería querer trabajar por el triunfo de un partido que las ignore.