jueves, 10 de mayo de 2012

Carlos Cano

José Carlos Cano Fernández, más conocido como Carlos Cano fue un cantautor y poeta andaluz que nació en Granada el 28 de enero de 1946 y falleció el 19 de diciembre de 2000. 








    La canción me dio voz, me abrió ventanas, me apartó sombras, me hizo libre, me puso alas, venció fantasmas, me alimentó ternuras, me quitó el miedo a la soledad, me unió a la gente, me dio una luz, sentimiento, dolores y alegrías, alamedas, caminos, ideas, horizontes, esperanza, tierra, cielo y una luna clara para soñar.
        La canción me dio herramientas para el amor, fuego por dentro, instinto, rebeldía, compromiso, bastón de ciego, magia, utopía, mar de sueños, transparencias, corazón, estrellas para leer, melancolía, silencio.
Y lo más hondo de uno en lo más hondo de todos. Yo sólo puse el viento.     




De cómo Antonio Machado resucita
y limpia la casa de las sombras

¡Nadie se mueva!
¡Manos arriba!
¡Quédense quietos!
¡La poesía...!

¡Vayan saliendo
topos del nido,
que la alegría
os ha vencido!

Hay que ver lo que trae la razón:
Corazón.
Hay que ver lo que cuesta callar:
Vomitar.

¡Vamos Neruda
pase al siguiente!
Si se resiste,,
dele Picasso,
silencio y versos
de la montaña
y una paloma
con cuatro caras.

Hay que ver lo que trae la verdad:
Claridad.
Hay que ver lo que dice el clavel:
¡A por él!

Una paloma
con cuatro caras,
con quince ojos,
con veinte alas,
con mucho cielo,
con treinta bocas
y todas digan:
¡García Lorca!

Hay que ver lo que trae la verdad:
Libertad.



Aunque las cartas dicen que nací en el Ecuador hace 180 años, antes de ser golondrina y después de ser leopardo, yo nací a la forma de vida que me refiero en Granada, un 28 de enero de 1946. Por eso el espíritu rebelde que poseo es la señal de mi destino. Celoso de mi libertad, probablemente fue el terror, la violencia, la leche americana, la soledad, la tristeza, lo que dejó en mí esa manera melancólica de cantar. Aprendí en las estrellas que no hay nadie igual a otro.

Escapé de los cuchillos y del resentimiento. Tuve la dicha del olvido para poder vivir. Como un sentimental, conservé de aquel infierno la memoria, sólo los días luminosos, las campanas de la vela, las golondrinas de Plaza Nueva, los gomeros, el áspero sabor de la almecina, amarilla por dentro y negra por fuera, las rodillas de costra y tierra y alguna que otra pedrada que me dejó la vida en mi cabeza de pajarito, de volaera, de bulanicos...

Y soñaba... ¡Dios mío, como soñaba! Y bajaba los escalones de la calle de tres en tres. Y volaba... ¡Dios mío, como volaba! Y vencía a todo, y me escapaba por el bosque de la imaginación. Sabed que he sido brujo, escritor, cantante, morisco, gitano, bereber, sirena, gayamba, monjita de convento, bandolero, pirata, guerrillero, abogado de pobres, contrabandista y justiciero. Que me aferro al instinto cuando me traiciona la inteligencia. Que aprendí a cantar y a golpear las cuerdas de mi guitarra como si fueran barrotes de una prisión. Que gané una vez una dura batalla a la muerte, y que todavía espero que pase lo más importante de mi vida.






2 comentarios:

  1. ¿Por qué ponéis en verso lo que Carlos escribió en prosa?

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    Respuestas
    1. Hola!
      No está puesto en verso nada, ni intención de hacerlo...simplemente te puede haber dado esa sensación, imagino, por la forma visual que tiene, pero no es nada más que eso, una forma visual de plasmar las palabras de Carlos Cano. No obstante, agradezco las críticas hechas siempre desde el respeto, porque son constructivas, y si te ha dado la impresión que está en verso lo que no lo es, intentaré corregirlo.
      Saludos.

      Eliminar

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