sábado, 14 de septiembre de 2019

Perdón...

Perdón por navegar en noches oscuras, metiendo los pies en el inquietante fango de la soledad que anida en algunos corazones, con el único fin de darte la mano y ganar batallas a tu lado.

Perdón si no me doblego y levanto la cabeza para salir del pozo, sedienta de luz, de risas y sinfonías de colores que dibujan las tierras a través de tu mirada tan llena de verdad.

Perdón si me enamoro de quien no debo a los ojos de quienes bendicen a los opresores de misa de domingo y tiranos de corbata y traje negro, pero ella es el nombre que murmuran mis labios mientras su manos se enredan entre mis piernas y yo me ciño a sus caderas.

Perdón si me levanto cada vez que me caigo, y sigo cantando aún con la voz rota, y sigo bailando aún con los párpados hinchados, y sigo riendo para mantener vivos los sueños.

Perdón a todos los intolerantes y reprimidos opresores por resistir, por sentir, por amar, por llorar, por luchar, por reír, por vivir... seguiré al pie de la batalla, en la orilla de los que se dejan el alma curando heridas.





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