domingo, 2 de junio de 2024

Es junio...


Es junio, el aire se carga de melancolía y estoy cansada de llevar una armadura en cada aliento. Los días se despliegan como suspiros, llenos de sol y sombras, mis manos tiemblan bajo el peso de la constancia y mis pies anhelan la tierra suave de la rendición, ese sueño acogedor que prometía descanso y ahora parece tan lejano y esquivo.

La valentía se ha convertido en una pesada corona de espinas, clavándose en mis sienes, recordándome la lucha diaria de vivir sin tí y cada rayo de sol me acaricia con la promesa de descanso, cada hoja susurra un anhelo de tregua y en el susurro del viento, oigo la llamada de la calma, del reposo merecido después de tantas batallas. Sin tu presencia, la vida se siente como una interminable jornada a través de un desierto de emociones.

Es junio, las flores se abren sin aparente esfuerzo, desplegando sus pétalos como suaves suspiros al cielo, los pájaros cantan sin miedo, sus trinos llenando el aire de esperanza y libertad, y yo, cansada de ser valiente, anhelo la libertad de simplemente ser, de dejarme llevar por el río de la vida sin luchar contra la corriente.

En este mar de incertidumbres, mis sueños flotan, buscando un refugio donde puedan descansar, lejos de la armadura que me ha protegido y agobiado a la vez, y me entrego a la dulce fragilidad, al suave abrazo de la vulnerabilidad, porque ser valiente, también significa saber cuándo dejarse caer en los brazos de la paz y permitirse ser simplemente humana... sin más.

Es junio, y en estos días de verano, siento tu ausencia como una sombra constante, un vacío que pesa más con cada amanecer. Echo de menos tus palabras de consuelo, tu risa que llenaba de luz los rincones más oscuros de mi existencia y sin ti, cada paso se siente más pesado, cada decisión más incierta. Mi corazón anhela ese abrazo que sólo tú podías dar, ese refugio donde podía ser vulnerable sin temor, sin la necesidad de ocultar mis miedos detrás de una máscara de fortaleza.

¿Quién me va a felicitar cada 3 de junio?
¿Quién me va a cantar "Zorionak zuri" con ese amor inigualable?
¿Quién me va a dar el aliento que necesito cuando todo parece desmoronarse?

El mundo sigue girando, ajeno a mi dolor, ajeno a la ausencia que marca cada uno de mis días, y mis recuerdos son como estrellas en una noche sin luna, pequeñas luces que iluminan el camino de mi soledad. En la ausencia de tu presencia física, encuentro tu espíritu en los pequeños detalles... en el susurro del viento, en el aroma de las flores, en los atardeceres, en el "vals de las mariposas" que solíamos bailar.

Es junio, y me permito sentir tu ausencia con toda su fuerza, y al hacerlo, encuentro una extraña forma de consuelo, porque en cada lágrima derramada, en cada suspiro que se me escapa, te encuentro a ti, en el tejido mismo de mi ser.

La lucha de vivir sin ti se convierte en un homenaje a tu memoria, una reafirmación de que tu amor sigue vivo en mí, y siento que cada acto de valentía, cada sonrisa forzada, es un tributo a la fuerza que me diste, a las lecciones que me enseñaste, pero también, en estos momentos de fragilidad, permito que el dolor se deslice a través de mi ser, que la tristeza se asiente y me muestre la belleza de la vulnerabilidad.

Es junio, y en estos días que se llenan de melancolía y suspiros, dejo que la armadura se deslice de mis hombros y abrazo la paz de ser simplemente yo. Sin más. Me permito ser frágil, llorar y reír, recordar y soñar, porque en la intersección de la fortaleza y la vulnerabilidad, encuentro la esencia de lo que significa ser humano, de lo que significa amar y extrañar, de lo que significa vivir incluso con tu ausencia.

Que extraño todo este huracán de emociones y sentimientos encontrados, donde en cada rayo de sol, en cada hoja que cae, siento tu presencia y encuentro la fuerza para seguir adelante, llevando tu amor como mi guía, mi consuelo y mi inspiración.

SsJ





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