Hay quienes trazan mapas sobre tu espalda
pero nunca recorren los caminos,
se quedan en la ventana,
midendo la lluvia que a ti te empapa,
sin mojarse jamás los labios con la tormenta.
Son voces que reclaman cosechas
en tierras que nunca sembraron,
miradas que exigen frutos
de un árbol que nunca cuidaron.
Tú, que levantas la voz
para pedirme lo que nunca has sabido dar
no sabes lo que es sostener el silencio
cuando las paredes tiemblan.
Cuando el tiempo se arruga
en la piel de los mayores,
yo permanezco velando sus horas lentas,
y tú, que tanto reclamas,
no estás,
te pierdes entre excusas
mientras el peso descansa en mis manos.
Y yo, en silencio,
con las raíces cansadas de sostener,
aprendo que hay ausencias
que pesan más que cualquier piedra
y que la soledad a veces
lleva nombre de multitud.
SsJ
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