Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, más conocido como Gustavo Adolfo Bécquer, fue un poeta español, perteneciente al movimiento del posromanticismo. Nació en Sevilla el 17 de febrero de 1836 y falleció en Madrid el 22 de diciembre de 1870.
Bécquer, perteneciente al posromanticismo, no solo escribía poesía, sino que la vivía, la respiraba. Sus versos eran como ventanas abiertas hacia un mundo invisible, un lugar donde lo efímero se volvía inmortal y lo intangible adquiría forma. A través de sus "Rimas", nos llevó a paisajes íntimos, donde el amor no era una victoria, sino una búsqueda constante, una herida que nunca cerraba, pero que nos recordaba que sentir es, al fin y al cabo, lo que nos mantiene vivos.
Su muerte no apagó la llama de su legado y en cada uno de sus poemas, en cada una de sus leyendas, Bécquer nos dejó un fragmento de su alma, esa alma que sigue vagando por los rincones del tiempo, como un espíritu que nunca encontró descanso. Su poesía, más allá de las palabras, es un reflejo de lo que no se puede decir, de aquello que habita en las sombras del corazón. Un poeta que, en su brevedad, escribió la eternidad.
No digáis que, agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira:
podrá no haber poetas
pero siempre habrá poesía.
de asuntos falta, enmudeció la lira:
podrá no haber poetas
pero siempre habrá poesía.
Hoy la tierra y los cielos me sonríen;
hoy llega al fondo de mi alma el sol;
hoy la he visto...
la he visto y me ha mirado...
¡Hoy creo en Dios!
Por los tenebrosos rincones de mi cerebro,
acurrucados y desnudos,
duermen los extravagantes hijos de mi fantasía,
esperando en silencio que el arte los vista de palabra
para poder presentarse después
en la escena del mundo.
...Poesía eres tú.
Como se arranca el hierro de una herida
su amor de las entrañas me arranqué,
¡aunque sentí al hacerlo que la vida
me arrancaba con él!
Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman;
el cielo se deshace en rayos de oro;
la tierra se estremece alborozada;
oigo flotando en olas de armonía
rumor de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran... ¿Qué sucede?
¡Es el amor, que pasa!
El que tiene imaginación,
con qué facilidad saca de la nada un mundo.
Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... yo no sé
qué te diera por un beso.
Dos ideas que a la par brotan,
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden,
eso son nuestras dos almas.
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