sábado, 13 de octubre de 2012

David Fischman

David Fischman es un escritor, columnista y conferencista peruano, conocido por sus contribuciones en el campo del liderazgo, la gestión empresarial y el desarrollo personal que nació el 26 de diciembre de 1958 en Lima (Perú).
Sus libros y enseñanzas no sólo transmiten ideas, sino que son como mapas para quienes buscan un camino de crecimiento personal, liderazgo consciente y espiritualidad en el mundo moderno. Con una humildad que inspira cercanía, sus palabras son como un río tranquilo que fluye, invitando a la reflexión y a la introspección, sin imponer, sino mostrando con delicadeza.
Fischman tiene la habilidad de transformar conceptos complejos en mensajes accesibles, donde el liderazgo se convierte en un viaje interior antes de ser una herramienta de gestión. Habla de la importancia de liderar con el corazón, de crear una conexión genuina con uno mismo para poder influir positivamente en los demás. En sus escritos y conferencias, es como si guiara al lector o al oyente de la mano, haciéndolo sentir acompañado en su propio proceso de autodescubrimiento.
En sus libros, Fischman nos recuerda que el verdadero poder no está en las metas materiales, sino en la capacidad de vivir con propósito, de encontrar paz en el caos y de cultivar una mente y un corazón en armonía.
Hay algo en su forma de comunicar que lo hace profundamente humano. A través de su propio viaje, lleno de desafíos y aprendizajes, transmite una empatía que toca fibras esenciales en quienes lo escuchan o lo leen. No es sólo un conferencista o un escritor, es un guía en el arte de vivir mejor, de ser más compasivo con uno mismo y con los demás. En su lenguaje único, David Fischman teje un puente entre la búsqueda personal de la felicidad y el impacto positivo que podemos tener en el mundo.







El miedo es una muralla
que separa lo que eres
de lo que podrías alcanzar a ser.






Saber escuchar es más que tener la capacidad de oír las palabras de los demás.
Es, principalmente, poseer la capacidad de dejar de oír nuestras propias palabras.








Cuestionar nuestras más arraigadas creencias requiere de mucho coraje porque implica aceptar que hemos podido estar equivocados toda la vida.




Cuando decimos:
haces las cosas mal, enjaulamos a la persona en una cárcel de pesimismo y no le damos la llave para salir.
Cuando decimos:
tu trabajo puede mejorar, le damos la esperanza de un mañana mejor y la seguridad que él lo puede construir.



El miedo es la emoción más difícil de manejar.
El dolor lo lloras, la rabia la gritas, pero el miedo se atraca silenciosamente en tu corazón.



¿Qué estás haciendo hoy para ser mejor de lo que eras ayer?



Si no podemos encontrarle sentido a nuestro dolor y sufrimiento, al menos, nos hace más humanos y compasivos con el sufrimiento de los demás.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Suscríbete a esta entrada y recibe por email las nuevas actualizaciones y comentarios añadidos
Marca la opción "Avisarme"